Nadie tiene la culpa. Las cosas pasan. La vida nos golpea. Sin embargo, Yo soy por ustedes propone un mentís rotundo a la inefabilidad de la existencia, y lo hace con ferocidad, con una convicción que parece salida de lo más profundo de un corazón en ti-nieblas. Pero ¿es en realidad así? El protagonista, acaso, no hace otra cosa que exhibir una orfandad oceánica; una queja que es también un reclamo y, por qué no decirlo, un ruego violento, descarnado. La crudeza del ambiente, el aire a callejón sin salida que se ofrece y golpea al espectador en cada escena, convierten el corto en un elocuente epigrama cuyo destino no es la rebelión sino, por el contrario, un pedido de eximición. En el fondo, todas las criaturas son exigentes con sus creadores.

Yo soy por ustedes es uno de los mejores cortometrajes de esta sección. Una historia sobre la represión de sentimientos, la violencia por parte de la educación de los padres que recuerda al cine de Iñarritu y ese gusto por el lado oscuro de la gente. Yo soy por ustedes está dirigido por Tomás Kaplan, quien a partir de distintas ideas visuales va liando las distintas escenas mientras juega con el color de cada plano y con la estructura no lineal. Un cortometraje que tiene un principio, mitad y fin. Una verdadera sorpresa que sirve como cierra este ciclo de cortometrajes.